En la base de nuestra espiritualidad se encuentra la consagración a María, y la práctica de sellar una Alianza de Amor con Ella. El amor a María es una ayuda central en nuestra vida personal como sacerdotes. Nos permite estar en contacto con la realidad de la vida y cultivar una cultura de vínculos cordiales. Al estar cerca de Ella, crece nuestra apertura al Dios Trino.

Por experiencia sabemos que  este amor entrañable a María impulsa la comunión entre sacerdotes. Así fue en la Iglesia naciente, en el cenáculo después de la Ascensión del Señor, reunida en un mismo espíritu en oración junto a María. De Ella aprendemos, una y otra vez, a abrir nuestras vidas al Espíritu de Dios y atrevernos a salir a nuevos caminos, confiando en su fuerza y su gracia.

Podemos esperar de la intercesión de María una ayuda constante en nuestro compromiso pastoral. Nadie como Ella tiene tanto interés en que el mensaje de Jesús alcance los corazones de los hombres. Ella es la Madre de la Iglesia, por eso es bueno y fecundo que enseñemos a las personas a vivir unidos a Ella en una Alianza de Amor. Confiamos que la Iglesia, modelada por el amor a María, crecerá como una familia marcada por vínculos fraternales. Así podrá llegar a ser alma de una nueva cultura mundial.

En Alianza de Amor con María, nuestra Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt, asumimos nuestra responsabilidad por la vida que surge en sus Santuarios en todo el mundo, y en forma especial por la fuente de vida de todo el Movimiento de Schoenstatt, el que llamamos “Santuario Original”.