Espiritualidad - nuestro modo de seguir a Cristo

Espiritualidad es una palabra clave del presente, y un nombre para la búsqueda de muchas personas. En los Padres de Schoenstatt, vivimos la espiritualidad desarrollada por nuestro Fundador, el P. José Kentenich. Y hacemos esto como sacerdotes.

El fundamento de nuestra vida es nuestra adhesión a Cristo y su mensaje. Cultivamos una permanente vida de oración y seguimos los tres consejos evangélicos o consejos de perfección: castidad, pobreza (o perfecta caridad) y obediencia, de acuerdo con las definiciones de nuestras propias constituciones.

Como miembros del Movimiento de Schoenstatt, vivimos en un profundo vínculo a María, la Madre de Dios, que nos lleva no sólo a amarla, sino a aprender de ella y a imitarla. Esta Alianza de Amor tiene sus raíces en nuestros Santuarios de Schoenstatt, dedicados a la “Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt”.

Otro aspecto esencial de nuestra espiritualidad es la fe práctica en la Divina Providencia: creemos que somos conducidos por el Dios vivo y permanentemente intentamos encontrar su voluntad y seguirla, en lo personal y también en comunidad. Para Dios, somos sus hijos amados toda nuestra vida y hasta la eternidad. Esta confianza sostiene en nosotros una profunda alegría a través de los altibajos de la vida humana y sacerdotal.

Nuestro fundador nos invitaba a no sólo cumplir nuestros deberes como se nos piden, en una actitud de alguna manera pasiva, sino a ser generosos y magnánimos, es decir, a buscar proactivamente dónde se nos necesita y qué podemos hacer mejor, mientras servimos a las personas que buscan nuestro servicio sacerdotal.

Para nosotros, los Padres de Schoenstatt, el P. Kentenich no es sólo una persona que vivió hace algunas décadas y nos orientó hasta que murió, sino que es un resucitado, es decir, una persona viva que está muy interesada en la Comunidad que él fundó. Le rezamos, pidiendo su ayuda. Leemos sus escritos y escuchamos sus charlas grabadas y promovemos el conocimiento y la investigación sobre su pensamiento. Intentamos actuar de la manera que él lo haría en cada situación de nuestras vidas.

Para todo esto tenemos una palabra: la visión del Monte Sión, o en una palabra sólo Sion.